martes, 29 de diciembre de 2009

Breve novela del hombre errante

Con el sol de frente camina el hombre. Ha perdido tiempo atras las huellas del retorno y creyendo que en su final encontrara el regreso a casa no cesa en su eterna caminata. El hombre esta agotado, las barbas le llegan al pecho, el cabello abundante se peina al viento y se lava con la lluvia. A tan solo unos metros, el camino desgastado desemboca en un pueblito. Un pueblito que bien pudiera ser reflejo de el mismo. Casas de adobe, pastos secos y personas que van y vienen sin pronunciar palabra. Se sienta nuestro amigo sobre una piedra mediana y digo nuestro amigo por que mi sensibilidad responde a su soledad, y la sensibilidad de ustedes responde del mismo modo. Y ahí se queda...dormitando. Un sueño acude al instante y se manifiesta como recuerdo o visceversa. Joven el, joven el mundo. Muchacho de estatura envidiable, con presencia hipnótica. Bajo un árbol de ramas generosas se pregunta sin piedad- ¿Porque estoy en este mundo? Vencido y sin respuesta se duerme el joven, se despierta el viejo. La noche se comio su sombra y el pueblo. De regreso al camino, directo hasta el amanecer, nuestro hombre errante esta cansado pero no se detiene en su marcha y recuerda. A orillas del río, una vez, una muchacha lloraba y la creciente enfurecida arrastro todo a su paso. El fue alcanzado por el fenomeno, pero no se mojo. Y la pregunta que lo afligia hasta ese entonces consiguio una respuesta. Vine a este mundo para amarla. El tiempo que duró ese amor justificó su existencia, pero no la de ella. Pues ella haciendose la misma pregunta no encontro respuesta en sus brazos. Otra vez el sol, otra vez el camino. Otro pueblo que no lo invita a quedarse y una nueva pregunta que le anuncia el final. ¿Porque vine a este mundo para amarla? Por el sendero empedrado un paisaje tan esteril como los otros aparece. El río que daba vida a tantos lugares se seco. Y el homre ya anciano reconoce su hogar. Aunque de el solo quedaran unas paredes tumbadas y un pozo de agua abandonado. Allí una mujer de avanzada edad se encuentra sentada sobre un tronco. El hombre cae desvanecido y ya no se levanta, la mujer llora y el río renace. Y los dos que se quisieron a destiempo encuentran su respuesta.